Edifiquemos Juntos

A partir de este año, 2010, la iglesia tiene promesa de conquista, pero toda conquista tiene retos, batallas que enfrentar y enemigos que derrotar; y sabemos que Dios está con nosotros para socorrernos; nuestra fe está puesta en El y ¡declaramos Victoria sobre toda oposición! Como pueblo de Dios, hemos tomado esta promesa para conquistar un territorio, i La Compra de un Edificio! cuyo propósito es convertirlo en, un centro de alabanza, adoración y adiestramiento para los propósitos de Dios a nuestras vidas.

Como Iglesia, hemos visto la mano de Dios obrando desde el año 1994 en que iniciamos la obra, hemos aprendido a través de estos 15 años que Nuestro Padre Celestial es Fiel a sus promesas. Confiamos en que Dios puede proveernos a través de su pueblo, así que bajo la promesa del Padre hemos desarrollado el proyecto “Cómprame un Ladrillo y Compraré una Iglesia” con el propósito de poder comprar el edificio en el cual actualmente nos congregamos para celebrar alabanza y Adoración a Nuestro Dios y Padre Celestial, desafortunadamente los bancos piden requisitos que se encuentran fuera de nuestro alcance, y si ofrecen prestamos para compra de iglesias piden un depósito muy elevado y documentos difíciles de proporcionar, ya que para ellos, otorgar prestamos a iglesias, son inversiones de riesgo. El proyecto tiene el propósito de vender 8,000,000 de “Ladrillos” con valor de $100 cada uno, con lo cual podríamos cubrir el costo total del edificio, y gastos de remodelación.

Sabemos que el pueblo de Dios se mueve bajo su guianza, y que pondrá en el corazón de cada uno el apoyarnos a través de una donación, la cual puede ser reportada en sus impuestos (taxes), ya que la iglesia está registrada como una Corporación religiosa no lucrativa con el nombre GETSEMANI MINISTRIES INC Bajo la sección 501 (c) (3) de el Internal Revenue Service.

Como iglesia declaramos ¡ bendición sobre su vida y la vida de su familia!, que la mano de Dios esté con usted, que el propósito de Dios se cumpla en su vida y sean concedidas las peticiones de su corazón!.

“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y
engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te
maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas
las familias de la tierra.” Génesis 12:2-3

De Antemano me expreso a cada uno de ustedes para decirles gracias de todo corazón,   por su  ayuda  y generosidad; dejando con ustedes esta hermosa reflexion.

Rev. Josué Isaí Mejía.

El Alto costo de la Gracia

2 Corintios 8:9

Gracia es la bondad inmerecida de Dios, y su bondad para con nosotros, sin tener en cuenta el valor o los méritos, se da libremente a todos los que creen la buena noticia que Jesús es el Hijo de Dios, y que  murió por nuestros pecados, pero, aunque la gracia es gratuita para nosotros, el Señor pago un alto precio por ella, dejo la riqueza del cielo para venir a la tierra a redimirnos y darnos las riquezas de su hogar celestial.

Piense en lo que significo eso a la luz de la vida terrenal de Jesús, aquel que es Creador y Dueño de todo, vivió en la tierra sin poseer nada, nació en un establo ajeno, no tuvo un lugar para recostar su cabeza durante los anos de su ministerio itinerante, y pidió prestado no solo un asno para entrar a Jerusalen, sino también un aposento alto para tener la ultima cena, ni siquiera el sepulcro era suyo, cristo también dejo a un lado la gloria que tenia con el padre, aunque nunca dejo de ser Dios mientras estuvo en la tierra, su radiante divinidad fue cubierta de carne humana, al haber nacido como un bebe indefenso, Jesús renuncio al uso de su omnisciencia, y paso por todas las etapas de crecimiento y desarrolo humano, el hijo de Dios descendió de reinar en el trono del Padre, para lavar los sucios pies de sus discípulos. Cristo se hizo pobre, pero no perdió nada.

El recupero la gloria del cielo y nos trajo a nosotros. De igual manera, cuando los creyentes le siguen no pierden nada y lo ganan todo. Morimos al yo, y ganamos nuestras almas; damos riquezar, y recibimos tesoros celestiales; y nos humillamos para ser exaltados en el momento decidido por Dios.